La foto del G7 es, para mí -esta vez sí-, un ejemplo de la importancia de la fotografía en la comunicación. Tomada por Jesco Denzel, un fotógrafo freelance que trabaja también para el Gobierno alemán, es un ejemplo de buena composición en tiempos en los que tanto se abusa de grandes angulares, teleobjetivos y disparos en ráfaga. Desde mi punto de vista, son los hechos los que tienen que empequeñecer o engrandecer a los protagonistas de una fotografía, y no la lente empleada.
La fuerza compositiva es tal que es imposible mirar la foto y que no te vengan a la mente “La última cena” de Da Vinci o “Lección de anatomía” de Rembrandt. Porque al final, digan lo que digan los postmodernos, la fotografía es composición, y para saber algo de composición hay que ver mucha pintura.
La complejidad de la fotografía es que, incluso siendo un maestro de la composición, no tienes un lienzo en blanco donde colocar a placer los elementos o las miradas de los protagonistas. El único que se puede situar para buscar esa composición es el fotógrafo, y esperar a que el cerebro identifique en una fracción de segundo esa cuestión tan etérea y complicada que el maestro Bresson definió como el instante decisivo.
Hay que ser muy grande para hacer una fotografía como ésta. La imagen de Jesco Denzel muestra a los miembros del G7 y sus asesores, con Angela Merkel en el centro de la escena, en posición de poder, con los brazos plantados sobre la mesa e inclinada hacia delante, con el primer ministro japonés, Shinzo Abe, a su izquierda de pie y con expresión resignada.
Al presidente francés y a la primera ministra británica, Enmanuel Macron y Teresa May se les intuye, pero se encuentran ensombrecidos, sobre todo Teresa May, a punto de salirse de escena, como metáfora del Brexit.
Y frente a Merkel, Donald Trump sentado y de brazos cruzados sin establecer contacto visual.
Una foto… dos (o más) relatos
La fotografía ha sido difundida por el gobierno alemán, para mostrar el poder de la canciller Angela Merkel como líder del frente anti Trump en el G7. Y es cierto. Pero nada más verla me recordó los años estudiantiles, cuando con toda la razón del mundo te acercas a la mesa del profesor o profesora con otros compañeros y allí, de pie con las manos sobre la mesa, les cuentas las verdades del barquero, pero sabiendo que al final la decisión última será la del soberbio profesor que te ha caído en suerte.
Y eso debió de pensar John Bolton, el asesor de Donald Trump que se encuentra a su derecha, porque utilizó la misma fotografía en un tuit donde escribió “Simplemente otro #G7 donde otros países esperan que Estados Unidos sea siempre su banco. El presidente lo dejó claro hoy. Ya no más”.
La fotografía de Jesco Denzel es una obra maestra, pero políticamente lo mejor es lo que no muestra. La otra cara de la moneda. Mientras se desarrollaba esta escena, China reunía bajo su manto al Grupo de Cooperación de Shanghai, con Rusia, Irán (probablemente la escena de la discusión del G7 sea precisamente por las sanciones a Irán) y a dos eternos enemigos y a la vez antiguos aliados de USA como India y Pakistán.
Para mí es la mejor foto del año, y probablemente, será uno de los iconos de este siglo que estamos comenzando en el que el poder se desplaza cada vez con mayor velocidad hacia oriente ante la desesperación y palos de ciego de los dirigentes occidentales.
Pablo Pando